Massini y la búsqueda de la felicidad: "Así es como una ilusión arruina nuestras vidas".

En busca de la felicidad. ¿O quizás no? Escuchar a Stefano Massini te hace preguntarte si estás un poco confundido. Sin saber exactamente qué desear. A riesgo de conseguirlo, como dice la maldición gitana. Mejor pedir consejo al dramaturgo florentino, el único italiano que ha ganado un premio Tony. Obviamente con la "Trilogía de Lehman", el último gran éxito de Ronconi. Desde entonces, mucho teatro. Pero también programas de televisión, libros (el reciente "Donald", sobre Trump, fue publicado por Einaudi), la prestigiosa dirección artística del Teatro Pergola, aún en crisis tras las últimas decisiones ministeriales. Mientras tanto, mañana la cita es aquí en Milán. En el Castello Sforzesco. Adonde llega con "En busca de la felicidad", un recital sobre la esperanza más antigua del mundo.
Massini, ¿por qué la felicidad?
Porque siempre nos hemos engañado pensando que tenemos derecho a la felicidad y que llegaremos al momento de '...y vivieron felices para siempre'. Lástima que no suceda. El espectáculo en sí no es nada empalagoso ni consolador. Digamos que se parece más a Schopenhauer cuando dice: "¡Felicidad, me has arruinado la vida!". Además, de todos los sentimientos primarios, es el que menos dura.
Creo que mucha gente ya había entendido esto.
Pero se han realizado estudios al respecto. Por ejemplo, está el experimento "Mr. Jones", en el que durante meses estudiaron el comportamiento del estadounidense promedio de clase media, basándose en su producción de sustancias químicas. Y, pensemos, en el período estudiado, descubrieron que el hombre sintió ira 700 veces, miedo 484 veces y felicidad solo 26 veces.
En resumen: “Gioia” es solo una parada de metro…
Pero es chocante que, desde la infancia, esperemos que la felicidad nos traiga un período de estabilidad emocional. Y creo que esta creencia se ha fortalecido mucho en este período histórico en el que hay que ser feliz, o al menos estar cerca de serlo; de lo contrario, mejor fingir ser accesible o incluso tener posibilidades de conseguir empleo.
Pero ¿no es este concepto ya ilusorio en sí mismo, conociendo la naturaleza humana?
Quizás en la cultura occidental, donde la felicidad se proyecta al futuro, incluso después de la muerte. En Oriente, se desarrolla más en el momento, en aquello de Goethe: "¡Detente un momento porque eres hermoso!". Solo que ni siquiera él tenía la clave para poseerla. No es casualidad que le pidiera al músico Luca Roccia Baldini que me acompañara con versiones de las canciones de Battiato. Lo conocí en el Piccolo: un hombre inquieto que a lo largo de su vida buscó una manera posible de alcanzar una meta inalcanzable.
¿Y cómo vives todo esto como artista?
Cada vez intento reiniciarlo todo, evitando convertirme en mi propio camino. Permanezco inquieto y vivo el momento presente. Tanto es así que jamás reescribiría algunas de mis letras, aunque capturaran a la perfección un momento, una forma, algunas ideas. Por eso me entra el pánico cuando oigo hablar de "letras al estilo Massini". Así que me alegra ser infeliz si eso me permite atreverme, liberarme. Y entonces mis obras a menudo permanecen abiertas.
¿Qué quiere decir?
Ya he escrito dos veces sobre Freud, y no descarto una tercera. Pero la misma reflexión sobre Trump surge de la repentina comprensión de que su historia representa la continuación de la historia del capitalismo después de los Lehman Brothers. Lo comprendí durante una presentación en Nueva York: era finales de 2016, debía asumir el cargo en enero. Imaginen cuántos años llevo trabajando en esto.
Y pensar que tiene un título en egiptología.
Descifré jeroglíficos. Luego decidí volver al teatro y tuve maestros extraordinarios. Con el tiempo, también me reconcilié con la idea de ser actor, que había abandonado hacía tiempo.
¿Cómo va el libro?
Muy bien, considerando que mis obras son un poco extrañas, en verso; no son las narrativas que llegan al Teatro Strega. Hablo del cambio, de los 80 de Reagan, de la televisión, de las redes sociales. En los próximos meses, lo llevaré al escenario, incluyendo el Piccolo. Prueba de que las barreras ya no funcionan.
Ella es un ejemplo de ello.
Sí, pero es un proceso amplio. Si se quiere, empieza con las obras de Michael Moore o los premios de Gianfranco Rosi, quienes han derribado la frontera entre ficción y no ficción, que antes era infranqueable.
Il Giorno